miércoles, 25 de diciembre de 2019

dicotomía

qué nerviosa me pones,
pero en el buen sentido.
tanto que apenas soy capaz
de expresarme
cuando te tengo delante.
no me salen las palabras.
por eso escribo tanto.
en persona,
todo lo que me haces sentir
se convierte en sonrisas
sinceras, en suspiros
(me vuelvo idiota),
en ganas de besarte,
de decirte lo guapa
que me pareces,
que eres.
y qué paz me das,
cuando me abrazas
y tus mejillas reposan
sobre mi pecho,
cuando me miras
tras un beso,
cuando nuestras sonrisas
se encuentran a milímetros...
qué paz.

sábado, 21 de diciembre de 2019

viernes, 20 de diciembre de 2019

rara bien

soy rara bien,
o eso quiero pensar.
tú también,
y juntas más.
no sé qué es que tienes
que me fascinas,
si tu melena brillante
con senderos de plata,
por los que caminan mis dedos
cuando te acaricio;
si tu risa graciosa,
un poco sarcástica,
que desencadena la mía;
si esa calma que me inspiras
cuando te pienso,
cuando escucho las canciones
que adoras e imagino
tu recuerdo.
eres tú, tan solo tú.

jueves, 19 de diciembre de 2019

Rugby VI

mirarme las piernas atestadas de moratones y sonreír;
las rodillas rasgadas, la espalda contracturada,
que duele al hacer un gesto brusco.
golpes por todo el cuerpo que al leve roce
duelen y te recuerdan
al momento del partido en el que te lo hicieron,
al entrenamiento en el que tu compañera te pisó,
al placaje bien hecho, al acabar rodando por el suelo...
y todo momentos felices.

miércoles, 20 de noviembre de 2019

desgasta el alma

serenidad volátil,
fatua;
suspiros hirientes,
lágrimas amargas;
tristes, porque brotan
desde el alma,
como sangre de una herida
que no cierra.
¿sanará algún día
este dolor?
da igual cuándo:
el alma abierta
desatará tu rabia,
tu frustración y
tu tristeza.

lunes, 11 de noviembre de 2019

Rugby V

Leyendo o estudiando, mi mente acaba vagando entre recuerdos de un campo de rugby y anhelos de jugadas imposibles. Ahora, cada vez que respiro, no solo duele el cuerpo sino también la mente; relegada al descanso, a merced de médicos para poder volver a divagar en paz y volver a gritar enajenada en un partido.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Rugby IV. Impotencia.

Me duele el pecho: a la izquierda, mi corazón agitándose violentamente; a la derecha, una costilla fisurada (quizás).  O una contractura. Más bien un puñal, herida que siento al respirar, al reír, al gritar, pero que dentro duele más.
Al no poder estar al cien por cien, al no poder ayudar, placar, correr, pasar. Al no poder entrenar, jugar...
Duele físicamente, psíquicamente, anímicamente.
Puto rugby. Cómo marca.

jueves, 7 de noviembre de 2019

viernes, 25 de octubre de 2019

Rugby II. Preludio del primer partido de liga.

¿Miedo? ¿Angustia? ¿Nervios? ¿Ansiedad?
En la madrugada previa al primer partido de liga no soy capaz de estarme quieta, de dormir, de pensar en otra cosa (y con los parciales a dos días).
Solo se me viene a la cabeza la frase que me decía mi entrenador de baloncesto antes de los partidos cuando me veía sentada, decaída, arrasando con las uñas: ''Cuando alguien se pone tan nervioso antes de jugar es porque le importa de verdad y quiere hacerlo bien''.
Debe ser que me importa. Y mucho. Me va el corazón a mil.
Yo, que nunca fui de jugar en equipo, he pasado del baloncesto al rugby, que es incluso más colectivo. Me da miedo no estar a la altura de mis compañeras y defraudarlas; que no nos salgan jugadas y me empiece a agobiar y quiera dejar de jugar. No quiero que eso me pase y, a la vez, no creo que me vaya a ocurrir por lo que sentí en el primer partido. Esa libertad, esa fuerza.
Me agobia perder, no dar todo lo que hubiese podido, salir con mal sabor de boca...
A saber...

sábado, 5 de octubre de 2019

Rugby I

Primer partido: una rodilla quemada y moratones por todo el cuerpo. Pero lo que sentía estando ahí fuera, en el campo, no lo había sentido nunca. Los nervios de antes del partido, que había sentido tantas veces jugando al baloncesto, desaparecieron al primer placaje. Estaba dentro del juego, viviéndolo.
Antes de empezar el partido sentía que no iba a ser capaz de jugar, que me iba a acojonar por la presión, los nervios, la angustia... Pero no. Empezó y sólo quería darlo todo. Evidentemente di bastante pena (un total de cero placajes bien hechos), pero el poder lanzarme sobre una tía y arrastrarla por el suelo, el estar mano a mano con mis compañeras atenta a las ayudas, en un ambiente tan diferente a nada que había hecho antes... Me llenó el alma. Viendo como todas y cada una de las rosas tiraban y tiraban del equipo, hostia tras hostia, pase tras pase, se me hinchaba el pecho.
Y cuando intercepté ese pase y eché a correr, algo que imaginaba no iba a hacer en la vida, estaba estallada; siento que no he corrido tan rápido en mi vida, orgullosa, sorprendida y aterrada. Cuando caí al suelo a cinco metros de la línea de ensayo: decepción y pena, y falta de aire por haber caído sobre el balón. Creía que me moría, aunque no sé si porque no podía respirar o por haberme quedado tan cerca de conseguirlo.
Sentir tantas cosas en mi primer partido me hace preguntarme cómo me sentiré a final de año. Quizás haya encontrado mi pasión.
De momento pinta bien...