domingo, 19 de enero de 2020

verte, pensarte

te veo en fotos
y sonrío de oreja a oreja
al pensarte,
pero no eres tú
a quien miro,
pues no hay cámara
que capte
el brillo de tu mirada,
el castaño de tu iris,
chispa dorada y ámbar;
el contraste
entre tu forma de mirar
y la luz que se pierde
entre tus pestañas;
cómo tus ojos reflejan
todos los colores,
esos con los que me ves,
mirándote,
embelesada;
cómo se rasgan
cuando una sonrisa
enternece tus labios,
y cómo desaparecen
cuando te ríes
a carcajadas.
ni tu melena de leona
por la que se deshace
la plata,
ni tu nariz dos veces
cincelada,
como esculpida
en mármol,
como de marfil tallada,
ni toda tu belleza
desde cualquier ángulo
apreciada.
que donde de verdad te veo
bien representada
es en el recuerdo,
donde escucho tu risa,
donde se calienta mi alma,
donde, sonriente, tu luz brilla,
donde, en tus brazos, me calmas.

sábado, 18 de enero de 2020

detalles

el día se ha despertado gris.
te lo dije: te llevas contigo el sol.
la calidez, el color.
que tú me verás
en todos los colores,
pero yo te veo
en todos los detalles,
en los rayos de luz
que atraviesan los cristales,
en lo verde de los árboles,
en su contorno negro
sobre el horizonte rojo sangre;
en el rubor dorado
que a cierta hora otorga el sol
y que rebota en edificios,
en rostros, en ojos,
que embellece todo,
que pasa a través de la contaminación;
que te veo en los pañuelos
de los que te hacías cargo,
en mochilas caídas,
en el efímero tacto
de un balón de rugby
que vuela entre mis manos,
en los porros que, a mi
alrededor, se están pasando,
en el café, italiano o americano,
tostado o torrefacto,
en el chocolate negro,
en las bolsas de palomitas,
en las secuencias y planos
de cualquier película,
en A Single Man y en Into the Wild,
en los anuncios de musicales
en las marquesinas,
en los teatros de gran vía,
en el nocturno que lleva a mi casa,
en mi calle vacía
a estas horas de la madrugada,
en recuerdos en espejos, de miradas,
en casas de okupas
y en bares de tapas,
en la llama de las velas que
en tus ojos arde en la distancia,
en suspiros de gente que pasa,
en despedidas, aunque
ninguna tan amarga,
en las calles por las que salgo a correr,
en estaciones, en vías de tren,
en chamartín,
en atocha,
en Sol;
que te veo en la música,
en las cuerdas de la guitarra,
en arpegios y acordes,
en mi voz desgarrada,
o dulce, tierna,
en las canciones que te cantaba,
en las que me recomendabas,
y en las que escuchaba contigo
que me encantan y me parecen tan raras,
en mi corazón latiendo raudo,
como cuando me besabas,
y que, condicionada,
relaciono ahora con tu mirada.
en la risa, que tanto me provocabas,
en una sonrisa, perpetua en mi cara
si delante de mí estabas,
en chaquetas antiguas,
en tiendas de malasaña,
en pivotes sobre los que me estabilizaba,
en adoquines con los que me tropezaba;
que te veo en la poesía,
en cada poema de pedro salinas,
entre sus versos reflejada,
en las frases que subrayo,
que te encuentro de los libros
que me leo entre las páginas.
en las escaleras de mármol,
en el pelo mojado,
en gente dándose la mano,
en gotas de lluvia
como lágrimas por el cristal rodando,
como si me viese en un espejo,
como si te estuviesen llorando,
en las nubes que tapan el sol
como si te estuviesen esperando.
demasiados pretéritos
y la tristeza en presente.
que donde duele inspira,
pero la felicidad de recordarte
está en los detalles.

pobre corazón

me noto el corazón latiendo
sin llevarme la mano al pecho.
que no sé si eres tú
o la cafeína que llevo en el cuerpo.
que sin quererlo tiemblo,
y me enfrío por dentro
si te pienso.
que se me empapan los ojos
si te recuerdo.

miércoles, 15 de enero de 2020

colores

me gusta recorrer
el camino
para llegar al puerto.
despacito,
disfrutando el paseo.
terreno suave,
tierno,
de senderos
cubierto,
con ligeros accidentes
que lo hacen
más intenso.
antes de ver el mar,
se escucha,
y desde una pequeña
cumbre, se baja
como a un valle
entre montañas.
cuánto más se disfruta
el recorrido,
más se encuentra uno
el mar embravecido.
me acerco,
con cuidado,
acariciando el agua
para probarla;
estremecerme
y que se estremezca,
como si perturbara
su ya lejana
calma.
me sumerjo
y buceo
en busca de un barco,
de un velero,
de un transatlántico
que abra
los mares,
que empuje
las olas
que rompen
en la orilla
y tensan
la tierra,
que se retuerce
como si
un terremoto
la recorriese.
qué gusto
las estelas
que el barco deja,
levantando
la mirada
para verlas
y encontrarme
entre calas y paisajes
de ensueño,
lejos,
muy lejos,
donde
los pájaros
cantan,
donde se
tranquilizan
las aguas,
donde la tierra
se para.
donde, feliz,
descanso.
donde, al fin,
descansas.

viernes, 10 de enero de 2020

fatídico timing

no veo necesario
ponerle nombre a esto:
hemos sido,
fuimos,
seremos.
así, tan especiales
que no nos hace falta etiqueta.
tan fugaces
que duele ponérsela.
tan inefables
que no hay palabra
que describa
lo que nuestros ojos
expresan,
lo que el alma
implora,
lo que el corazón
desea.
tan increíbles
que la situación nos supera.
qué azaroso el tiempo
que nos sitúa
en este momento
para que nos sintamos,
nos rocemos,
pero no podamos
tocarnos
ni perdernos
de la mano
por el espacio.
vaya momento para cruzarnos.

miércoles, 8 de enero de 2020

según se acerca
el día de tu partida
cada vez me da
más pena pensarte,
aunque la misma alegría:
melancolía.

lunes, 6 de enero de 2020

¿quién?

a la hoguera
de las velas
me emborracho
de tu risa
y no me canso
de escucharla,
¿quién
lo haría?
quién
de ver
la luna llena
se hartaría,
de ver el sol
caer y
arrastrar
por el cielo
su color;
de las
estrellas fugaces
que como haces
resplandecen
y complacen,
¿quién
se quejaría?
tan solo
alguien
que no supiera
apreciarte,
que no te
adoraría.

(en mi opinión, un necio)

miércoles, 1 de enero de 2020

eres luz

ojalá poder observarte siempre bajo la luz del sol,
irradiando alegría y paz.
te cantaría una canción cada día
y te escribiría un poema cada noche
si así consiguiera mantener esa sonrisa en tu rostro,
que se ilumina ante la felicidad de tu alma.

ojalá poder observarte siempre bajo la luz del sol,
y ver brillar esos ojos,
más bellos cuanto más feliz te siento.
susurrarte canciones al oído,
y recorrer tu rostro con mis dedos,
como para memorizar cada detalle,
y no olvidarte.

ojalá poder observarte siempre bajo la luz del sol,
que ha sido hecha para ti,
pues a nadie le sienta mejor
esa calidez que luego tú desprendes.
¿no serás tú, acaso, la razón
de su salida,
y cuando marches, la razón
de su partida?

me iluminas.