el día se ha despertado gris.
te lo dije: te llevas contigo el sol.
la calidez, el color.
que tú me verás
en todos los colores,
pero yo te veo
en todos los detalles,
en los rayos de luz
que atraviesan los cristales,
en lo verde de los árboles,
en su contorno negro
sobre el horizonte rojo sangre;
en el rubor dorado
que a cierta hora otorga el sol
y que rebota en edificios,
en rostros, en ojos,
que embellece todo,
que pasa a través de la contaminación;
que te veo en los pañuelos
de los que te hacías cargo,
en mochilas caídas,
en el efímero tacto
de un balón de rugby
que vuela entre mis manos,
en los porros que, a mi
alrededor, se están pasando,
en el café, italiano o americano,
tostado o torrefacto,
en el chocolate negro,
en las bolsas de palomitas,
en las secuencias y planos
de cualquier película,
en A Single Man y en Into the Wild,
en los anuncios de musicales
en las marquesinas,
en los teatros de gran vía,
en el nocturno que lleva a mi casa,
en mi calle vacía
a estas horas de la madrugada,
en recuerdos en espejos, de miradas,
en casas de okupas
y en bares de tapas,
en la llama de las velas que
en tus ojos arde en la distancia,
en suspiros de gente que pasa,
en despedidas, aunque
ninguna tan amarga,
en las calles por las que salgo a correr,
en estaciones, en vías de tren,
en chamartín,
en atocha,
en Sol;
que te veo en la música,
en las cuerdas de la guitarra,
en arpegios y acordes,
en mi voz desgarrada,
o dulce, tierna,
en las canciones que te cantaba,
en las que me recomendabas,
y en las que escuchaba contigo
que me encantan y me parecen tan raras,
en mi corazón latiendo raudo,
como cuando me besabas,
y que, condicionada,
relaciono ahora con tu mirada.
en la risa, que tanto me provocabas,
en una sonrisa, perpetua en mi cara
si delante de mí estabas,
en chaquetas antiguas,
en tiendas de malasaña,
en pivotes sobre los que me estabilizaba,
en adoquines con los que me tropezaba;
que te veo en la poesía,
en cada poema de pedro salinas,
entre sus versos reflejada,
en las frases que subrayo,
que te encuentro de los libros
que me leo entre las páginas.
en las escaleras de mármol,
en el pelo mojado,
en gente dándose la mano,
en gotas de lluvia
como lágrimas por el cristal rodando,
como si me viese en un espejo,
como si te estuviesen llorando,
en las nubes que tapan el sol
como si te estuviesen esperando.
demasiados pretéritos
y la tristeza en presente.
que donde duele inspira,
pero la felicidad de recordarte
está en los detalles.