lunes, 20 de abril de 2020

del camino a verte

nunca pensé que esos paisajes que dibujaba, distraída, desde el cercanías que rara vez cogía, serían lo que más desearía ver ahora.
qué ideales se me hacían, la ciudad cambiante que dejaba atrás, y los campos verdes, brillantes bajo el sol, que me avisaban de que llegaba. el río, tras la valla de diamantes, parecía brillar con luz propia, tanto que me hacía cerrar los ojos y sonreír, pues aunque no podía verla, sabía que tenía la estación delante.
¿cuánto tiempo estaría esperando hoy a que llegara a recogerme? me reía sola. daba igual. estaba allí, por fin.
qué desapacible se volvía, en cambio, ese mismo paisaje en el camino de vuelta, dejando atrás tus brazos. solía estar oscuro, y podía ver mi reflejo triste devolviéndome la mirada desde la ventana, vacía; si no lo estaba, el verde ya no parecía tan brillante, el vaivén del tren ya no era placentero. la silueta de los edificios, desdibujada en luz, supuraba desencanto, y según pasaban estaciones, imaginaba cuándo volvería a coger el tren en la dirección adecuada.
cuándo no haría falta volver.

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